Existen grande historias de famosos
magos desde épocas inmemoriales. Ya desde las prehistoria, chamanes
y brujos, algunos hasta considerados profetas, inflamaron la
imaginación del hombre que no manejaba las ciencias. Muchos son los
nombres, pero algunos se han perdido en la memoria del tiempo, por
desuso, por tiranos o por el simple hecho que no resaltaban entre la
multitud. Uno de ellos, injustamente olvidado, es Brunno Cavallaro.
Este mago, nacido en la época
victoriana en Italia, se caracterizaba por utilizar trucos poco
comunes por decirlo de alguna manera. Según algunos libro empolvados
que se salvaron de la gran inundación de Venecia en el siglo XIX y
que hoy se encuentran el sótano de una casa de Colegiales, este mago
aseguraba que podía revivir el niño interior. En sesiones donde
primaban los juegos como saltar la soga, el pato ñato, la payana,
entre otros, aseguraba a los adultos poder ponerlos en contactos con
las energías infantiles que aun vivían en su interior. Mucho antes
de que Freud y otros pudieran empezar a definir el campo de la
psicología, Brunno era tomado como un simple timador por algunos o
como un pobre infeliz según algunas otras crónicas. La realidad es
que los shows dados se llenaban siempre de malandras y vivos que
querían sacar ventaja de algunas situaciones, como manosear
señoritas mediantes los juegos alegando que en su infancia habían
sidos bastantes toquetones.
Es así como las sesiones eran
consideradas por aquellos que nunca asistían como grandes orgías de
mujeres lábiles y hombres pecaminosos, lo que sumía a Brunno en una
terrible desilusión. Es así como se dedico a aprender pases de
cartas, trucos de espejos y algunas otras artes para mejor su imagen.
Sin embargo, a pesar del fracaso de sus
primeras presentaciones y de tener que cambiar de rumbo, logro
brillar con luz propia y llamar la atención del rey de su época.
Fue llamado para amenizar una velada en donde condes, duques y otros
reyes se juntaban a conmemorar en natalicio del rey. Casi todas las
crónicas. fueron quemadas por orden del mismísimo rey por los
hechos acontecidos luego de su cumpleaños. Salvo el relato que
contaba en una carta uno de los sirvientes presentes esa noche.
Según él, la velada se desarrollo
como tantas otras. El rey con sus pretensiones de superioridad
mostrando su completa ignorancia en muchos temas. Casi todos los
temas. Los condes y otros titulados de grandes portes adulando a la
reina. Y la reina, mostrando su festividad y labilidad con rimas
soeces. Hasta aquí un velada común. Pero el aire parece cambiar
cuando entra Brunno. El show comenzó aburrido, y el mago parecía
algo despistado, podría decirse que por el nerviosismo de estar ante
el rey, el sirviente dice en su carta que fue culpa del escote de la
reina. Sin embargo, ante los malos pases, los trucos evidentes y el
tartamudeo constante del mago, la reina aplaudía y reía como si
fuera una niña.
Luego de que no pudiera adivinar la
carta que había elegido el Conde de Sforza, Cavallaro se excuso un
minuto. Cuando volvió, luego de unos prologados treinta minutos,
parecía otra persona. Comenzó a ordenar unas sillas y con actitud
avasallante, guío a los presentes llevando a cabo una sesión de sus
primeros actos de magia. Todos lo disfrutaron como si se estuviera
haciendo magia de verdad. La reina sobre todo, que siempre encontraba
una excusa para estar cerca de Brunno y era la que proponía la
mayoría de los juegos, casi todos de contactos físicos. La velada
finalizo bien entrada la madrugada y el rey dispuso de una habitación
para el mago que no puedo negarse.
Al amanecer del siguiente día, grande
fue la sorpresa al descubrir que el mago no estaba en su habitación
y que esta parecía estar impecables, como si nadie hubiera estado
allí nunca. Pero mas grande aun fue la desaparición de la reina,
que parecía haberse ausentado sin que el rey se diera cuenta. Una
semana llevo la búsqueda de ambos por todo el reino. Finalmente
fueron hallados en una casa de campo antes de partir a la frontera de
Francia. Ante tamaña traición, Brunno fue sentenciado a la pena de
muerte. La reina fue recluida y aquellos que se atrevieran a contar
los sucedido serian brutalmente torturados.
El día anterior al cumplimiento de la
sentencia, el mago logró hacer llegar a la reina una carta mediante
uno de los carceleros que le había tomado cariño. En ella, según
los cronistas, no solo derramo su amor, sino que también le pedía a
la reina que dejara todas las cartas suyas sobre la mesita que tenia
cerca de la ventana, dejándolas empaparse con la luz de la luna.
Prometió darle un ultimo regalo antes de partir. Por ordenes del rey
la sentencia se adelanto para esa misma noche y debía, según sus
actos, morir en la hoguera, como se hacia antaño. La reina lloro
mucho, en los pasillos del castillo se llego a comentar que la niña
interior había muerto totalmente luego de aquel día, y que su
brillo se había apagado. Pero sin embargo, confío en el mago esa
noche y dejo las cartas sobre la mesa a la luz de la luna. Al
anochecer, Brunno Cavallaro era quemado en la hoguera, sin que
emitiera ni un solo grito. Las llamas lo consumieron hasta dejarlo en
cenizas. La reina durmió profundamente esa noche y a la mañana
encontró sobre la mesita una rosa hecha con las cartas escritas. Lo
asombroso de esta rosa es que no podía destruirse por ningún medio,
los sabios de las cinco esquinas del micro centro creen que este
ultimo acto representa el poderoso amor que no podía ser destruido
ni con la muerte de los amantes. Otra sorpresa esperaba a la reina
nueve meses después.
La historia no ha dejado huellas del
mago, pero el ha dejado descendencia. Según los cronistas prohibidos
de la época, la descendencia de Cavallaro se mantuvo oculta por
mucho tiempo, hasta recuperar su apellido luego de la caída de los
reyes italianos. Hoy en día, se ha vuelto un apellido común, pero
todos vienen de la raza del mago. Muchos de ello se han dedicado a
racionalizar el mundo, por lo que no creen en magias y pases de
cartas. Otros aun mantienen viva una pequeña magia llamada niño
interior. Pero lo que ninguno pudo lograr todavía, es forjar en
papel una rosa tan fuerte de amor como la del original. Algunos creen
que es porque la magia no existe, otros porque no no existen mas
amores como aquellos. Este humilde cronista, cree que el problema es
que no han confiado aun en ellos mismos.